MARATÓ DE BARCELONA 2016

Ayer disputé por tercera vez la Marató de Barcelona. Mi tercera participación y la segunda vez consecutiva que la termino y cabe decir que cada año mejora.

Me apunté a la Marató ya a finales de noviembre y, como siempre, el entrenamiento fue duro. Levantarse temprano con el frío (eso sí, menos que otros años), las salidas nocturnas, a mediodía, a media tarde, corriendo por Sant Cugat, corriendo por El Prat (sólo un entreno de 21 kms), corriendo la Maratest de Badalona, corriendo con el frío de Vielha… en definitiva, fuerza de voluntad e ilusión.
Con mis hijos el viernes cuando fuimos a buscar el dorsal: siempre se lo pasan bomba
Este año se plantearon dos complicaciones adicionales: la primera (y más grande) es que mi hija tenía colonias ese mismo fin de semana (ya es casualidad) y suponía que el domingo a las 12 del mediodía teníamos que estar en la casa de colonias; la segunda es que justo era el primer fin de semana que teníamos abierto el negocio familiar tras muchos meses de trabajo y esfuerzo por parte de Mercè, mi mujer. Así, me fue de un pelo el no poder correr la carrera, pero por suerte lo pudimos organizar para que pudiese participar un año más.

El viernes fui con mis tres hijos a recoger el dorsal, la verdad es que me encanta ir con ellos para que vivan lo que supone un acontecimiento como una Maratón y también de este modo inculcarles el amor por el deporte (algo que mis padres no me inculcaron, eran otros tiempos). Como siempre se fueron llenos de regalos por parte de los patrocinadores y nos pudimos hacer las fotos de rigor previas a la carrera.

La noche anterior a la Marató dormí en casa de mi madre junto con mis hijos Joan y Guillem. Mi madre vive justo delante de uno de los puntos por los que pasaba la Maratón, así que a nivel logístico para ella sería muy fácil. Además ello me permitió a mí el poder ir tranquilo a la salida en metro, sin tener que depender de coche y con tiempo para ir tranquilo. Así que me levanto temprano (antes de las 6), desayuno paleo, me pongo todo lo previsto para la carrera (que de hecho ya había preparado minuciosamente el viernes noche) y me dirijo en metro a la salida. Aquellas horas la mayoría éramos corredores, abrigados porque el tiempo amaneció fresco aunque soleado. En el vagón del metro a las 7:15 de mañana  se produjo una curiosa mezcla de corredores con un nutrido grupo de gente que venía de fiesta (o que tenían intención de seguir con ella). Al llegar a la estación de metro de Plaza España, cierto colapso para salir, pero todos tranquilos y ordenados vamos saliendo. 
Casi una hora antes de la salida, la anaconda no daba mucha guerra

Una vez en la calle me dirijo tranquilamente hacia la zona donde suelen calentar los Cangreburguer, mis antiguos vecinos y colegas de entrenamiento cuando vivía en El Prat. Allí busco la viabilidad de salir junto con Jordi (que hemos compartido cajones en muchas ocasiones: 2 maratones, curses de bombers…) y si la cosa va bien poder correr juntos. Pero él va con un objetivo más ambicioso: 3 horas 45, algo que yo dejo aparcado para otro año y además sale en un cajón más adelantado. Allí también ha venido a animarnos Pau, que debido a su reciente accidente de moto no puede correr y se le nota que echa de menos el gusanillo de las carreras. Pau ha venido en bici desde El Prat y nos hacemos foto todos juntos.
Con los Cangreburguer y Pau en el centro
Llega el momento de ir a nuestro respectivo cajón, nos deseamos suerte. Entro en mi cajón y… ¡oh sorpresa! Estoy justo delante de Rafa Pérez (quizás el corredor popular más conocido de toda Cataluña) y que acostumbre a ir a ritmos de sub 3h en maratón. Estoy a punto de preguntarle qué hace en este cajón cuando veo que está con su padre, que también va a correr la Maratón, me parece algo muy bonito que sólo hace que engrandecerle, le envidio, ojalá yo hubiera podido compartir con mi padre esta pasión por el deporte (es algo que espero en un futuro poder hacer con mis hijos).
Antes de salir, con Rafa Pérez y su padre detrás mío
Mientras esperamos enciendo la app de seguimiento en vivo de la Marató (que este año SÍ funcionó, a diferencia de 2015) y decido correr escuchando música en la radio (no sé por qué mi móvil no detecta la tarjeta mircroSD donde tengo mi música). Dan la salida de los primeros cajones y me desprendo mi jersey azul viejo que llevaba para protegerme del frío de la mañana. Debajo llevo unas perneras en los brazos a modo de manguitos, guantes no muy gruesos y un buff en el cuello. Ahora hace frío y pasaremos por algunas calles a la sombra, así que como soy algo friolero decido llevar todos estos complementos hasta poder dárselos a mi madre en el km 15. Ya se oye a Freddie Mercury y a la Caballé entonar “Barcelona”. Está a punto de darse nuestra salida, me emociono, pienso en mi hermana, mi madre, mi mujer y mis hijos y… empezamos.
Acaba de dar el pistoletazo de salida, en la imagen superior estoy en la izquierda de la imagen, en la inferior a la derecha
Los primeros kilómetros por Sants me cuesta encontrar el ritmo objetivo: estoy en el cajón de 3:45 -4 horas y la gente está corriendo por encima de 6 minutos/km! Me encuentro verdaderos tapones y muros humanos y voy haciendo eses para poder adelantar a la gente. Demasiada gente este año al principio. Llegamos por fin a Avinguda Madrid y ya puedo correr más cómodo, me siento bien: yendo por debajo del ritmo objetivo (llevo la pulserita de “pace your run” de Asics para poder acabar en 3h 59, muy muy útil). 

La verdad es que me empiezo a sorprender muy gratamente de la cantidad de gente que hay animando en este tramos de Barcelona que normalmente está más desangelado (al  fin y al cabo son cerca de las 9 de la mañana de un domingo de marzo algo frío y estos son los primeros kms de carrera). Al girar por Numancia y subir aminoro el ritmo y todo me vuelve a confirmar el enorme cambio que ha habido en cuanto a animación de esta carrera: el año pasado recuerdo ver por casualidad a una conocida, pero este año está todo lleno de gente animando donde el año pasado casi sólo estaba ella con sus hijos (que ni siquiera estaban animando). Al llegar el km 5 veo que ya voy unos 22 segundos por encima del tiempo objetivo de 3:59, cojo una botella de agua (con tapón, ¡menos mal!, y casi mi único Powerade). Llegamos al tramo del Camp Nou y a pesar de la ligera primera subida mis pulsaciones siguen súper controladas y el ritmo sigue siendo bueno. Cuando ya encaramos el repechón fuerte que lleva del Camp Nou a la Diagonal aminoro el ritmo porque ya me he metido en Zona 5 de frecuencia cardiaca. Llego a Diagonal y recupero ritmo y pulsaciones. Llegamos enseguida al km 7,5 y decido tomarme mi primer gel (de los 4 que llevo).

Alcanzamos en seguida la Plaza Francesc Macià y busco a Carlos Rivadulla, un amigo de un amigo, lo veo y me dirijo hacia él, chocamos la mano y sigo. Bajando por Ugell me noto ágil de piernas y fresco como una rosa (es bajada) pero para mi sopresa voy alto de pulsaciones, en zona 5. Así que aflojo el ritmo para volver a asentarme en la zona 4.

Giramos por París y paso por delante del Fogón (bareto cutre desaparecido que frecuentábamos mis amigos y yo en nuestra época canalla) y me acuerdo de mis viejos tiempos. En breve llegamos al km 10 y veo que voy muy bien de margen, unos 2 minutos más o menos. Soy consciente que voy ligero de piernas y que estos últimos 3 kms eran francamente favorables. Me tomo mi primera cápsula de sales minerales para evitar calambres.

 En nada volvemos a llegar a Numancia y esta vez la bajamos dirección Plaza España. Mucha animación y estoy bien. Al llegar a Las Arenas miro el reloj y veo que son las 9:55, así que más o menos sobre las 10:10 me encontraré con mi madre y mis hijos en el KM 15. El tramo de Gran Vía siempre me parece un tanto aburrido, quizás porque por aquí he pasado en muchas carreras: la maratón, la media maratón, la Jean Bouin, la Cursa de Bombers… Finalmente llegamos a Passeig de Gràcia y aminoro algo el ritmo (aunque mi corazón sigue controlado de pulsaciones). Al acercarme a la calle Rossellón (donde giramos a la derecha) me voy preparando todo lo que debo entregar a mi madre en el km 15: manguitos, buff y guantes.

Llego finalmente a ellos: allí están Guillem, Joan y mi madre. Les doy un beso a los tres y veo con ilusión como Joan ha hecho un cartel que pone “Papi! Papi! Papi!” (sólo tiene 5 años). Me voy contento y sigo mi camino. Llego al primer avituallamiento sólido del recorrido y me cojo un plátano: hay que procurar comer y beber a lo largo del recorrido.  Llego en seguida a la Sagrada Familia y paso por delante de donde ya sé que se suelen poner los fotógrafos de Marathon Fotos (y me hacen un par de fotos para el recuerdo). 
Al paso por la Sagrada Familia
En seguida tomamos ya dirección de la Meridiana y en el km 17,5 me tomo mi segundo gel. Encaramos Meridiana, como siempre con mucha gente que hace que este tramo de la ciudad (no muy vistoso) sea más llevadero. Después de un par de kilómetros de ir viendo  a gente más adelantada que tú, toca llegar al final, dar media vuelta y encarar los últimos metros antes del Medio Maratón. En el km 20 cojo agua y otro medio plátano, me tomo mi segunda cápsula de sales. Todo va bien y me noto muy ligero de piernas y muy controlado de pulsaciones (casi en zona 3!) llego al Medio Maratón con 3 minutos de margen respecto al objetivo de 3:59, en 1 hora 56 minutos y 43 segundos.

Del km 20 al 25 hago mi mejor parcial, notándome bien, a pesar de algún que otro repecho. Sigo contento y ahora ya decido correr sin música, escuchar el sonido de mis pisadas, de los otro corredores y oyendo los gritos de ánimo. Encaramos el tramo final de la Gran Vía, el que para mí es más aburrido de todo el recorrido, ya que al no haber estaciones de metro cercanas casi no hay gente animando y además es un tanto estrecho para correr con comodidad. Finalmente, por fin, llegamos a la Rambla de Prim donde nos espera una agradable bajada y el punto kilométrico 25. En este punto vuelvo a coger agua, pero… se me escapa el avituallamiento sólido. Y no sé si fue a consecuencia de ello o no, pero a partir de entonces me empiezo a notar menos suelto (por otro lado lógico). Así que me tomo otro gel en el 26 y encaramos la Diagonal hasta la Torre Agbar: nos pega el sol, pero es llevadero. Vamos viendo también a los otros corredores que ya están de vuelta. Finalmente llego debajo de la torre y damos la vuelta: está a reventar de gente y me acuerdo como en los dos últimos años estaba aquí Mercè con los niños animándome, los echo de en falta. Intento imprimir un ritmo más alto, mi frecuencia cardiaca sigue controlada, pero en cuanto me despisto baja el ritmo objetivo. Me digo que tengo margen, que aunque baje a 6 minutos/ km tengo margen para bajar de 4 horas.

En el km 30 no se me escapan los plátanos y las naranjas, paso además por delante del punto en que abandoné hace dos años y me comparo lo bien que estoy en comparación (a lo que me tomo otra cápsula de sales anti calambres). Ya encaramos el Litoral. Allí me esperan de nuevo mis cuñados y sobrinos: les saludo contento, doy dos besos a mi cuñada, choco las manos con mi cuñado y sigo. El muro no aparece pero sí una señora que lleva un cartel que pone “el muro no existe”, a lo que yo grito: ¡no existe, son los padres! Y varios corredores alrededor mío ríen. 

Encaramos finalmente Marina, cerca ya del km 35 y me tomo mi último gel. Paso el avituallamiento y giramos por el Passeig Pujades. Un corredor extranjero me pregunta por el tiempo que llevamos, yo veo su dorsal y veo que es verde y le digo: tú saliste antes que yo, aunque él me contesta que no, que salió en mi cajón. Le comento el tiempo total y me pregunta el ritmo medio: 5:34/km le digo. Parece contento. Encaramos ya el Arc de Triomf y vuelve a  haber muchísima gente animando. Nos dirigimos ya derechos hacia Plaça Catalunya. En este punto me adelanta una conejita y hay un speaker animando a los corredores. En la bajada hacia Portal de l’Àngel hay muchísimas personas a ambos lados de la carrera, pero están casi todos callados (raro), somos varios corredores que alzamos los brazos y reclamamos sus ánimos y la gente se vuelve loca (y nosotros también) choco manos con muchos niños. En el avituallamiento de la Catedral vuelvo a coger agua y plátanos y encaramos Via Laietana.

Passeig Colon es algo más tedioso pero la ansiada (y temida) recta del Paral·lel está cerca. Al llegar al km 40 decido asegurar el tiro y llamar con el móvil a mi madre para saber seguro dónde estará con los niños al lado de la meta. Aquí, lógicamente, hago mi kilómetro más lento. Con todo el lío pierdo de mi cinturón una bolsita con geles, pero no quiero parar. Una chica al lado mío va muy, muy justa de fuerzas. Llegamos al último avituallamiento antes de meta y grita: ¡Energía, fuerza! Yo vuelvo a beber unos sorbos de Powerade y sigo.

 A la altura de km 41 alguien me saluda: es Jaime, un compañero de trabajo que está animando a los corredores. Me acerco ya a la Plaça Espanya, que parecía nunca llegaría.
Busco ya el punto donde mi madre me ha dicho que estaban: a la derecha de la marcha. Veo a mis niños: ¡¡¡¡mi ilusión cumplida!!!! Los cojo de la mano y echamos a correr: Guillem quiere ir rápido, pero Joan sólo tiene 5 años y tiene unas piernas más cortitas. En seguida se me cansa Joan y lo cojo en brazos, corro como puedo (correr, correr, no mucho). Al cabo de nada Joan me dice que ya está bien, que puede correr. El arco de meta está cerca y disfruto de este ansiado momento: la Maratón, la meta, un día perfecto, mi ciudad y dos de mis tres hijos. Entramos en meta. 3 horas 56 minutos y 19 segundos (la segunda mitad casi 3 minutos más lento: 1 hora, 59 y 37 segundo). Mi MMP, 11 minutos menos que en 2015. Sin niños habría bajado de 3:56, pero ¡qué más da!
Momento de gloria entrando en meta con Joan y Guillem
Me agacho y nos abrazamos. Estoy feliz. Nos hacemos fotos y vamos a recoger bebida, medallas y comida. Todo ha salido perfecto esta vez, el año que viene (que espero que haya año que viene) quiero repetir la experiencia entrando con mis tres hijos y con Mercè.
Ya finisher con mis hijos y tras una nueva MMP: 3 horas, 56 minutos y 19 segundos
Con mi madre y mis hijos 
¡Otra medalla que nos ganamos!
Ahora a ver si puedo seguir con mi rutina deportiva. La temporada de Triatlón está en el horizonte, pero creo que voy a ir más escaso de tiempo que nunca para entrenar.


Salud y kilómetros, 

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